Aquesta temporada l’AsSocPerla ha organitzat un cicle de diàlegs titulat ‘El públic i la direcció escènica’, en què actors i directors expliquen la seva posició a l’hora de fer la seva feina tenint en compte una peça clau: l’espectador.
El passat 19 de gener va ser el torn de Sergi Belbel i Oriol Broggi, que van protagonitzar una trobada molt interessant amb gran èxit de públic al CCCB. Broggi ens ha fet arribar un text d’Anne Ubersfeld sobre la semiòtica teatral i, més concretament, sobre el públic receptor.
Aquí us el deixem:
SEMIOTICA TEATRAL, AnneUbersfeld
El passat 19 de gener va ser el torn de Sergi Belbel i Oriol Broggi, que van protagonitzar una trobada molt interessant amb gran èxit de públic al CCCB. Broggi ens ha fet arribar un text d’Anne Ubersfeld sobre la semiòtica teatral i, més concretament, sobre el públic receptor.
Aquí us el deixem:
SEMIOTICA TEATRAL, AnneUbersfeld
3.3 El receptor público
Sería falso afirmar que, en el proceso de comunicación, el espectador es un ser pasivo. Ningún comediante, ningún director lo ha creído nunca así. Algunos se contentan con ver en el espectador una especie de espejo que devuelve los signos emitidos expresamente para él; o, a lo máximo, un contraemisor que devuelve signos de naturaleza diferente, indicando simplemente un funcionamiento fático: “Os recibo cinco-cinco” (como en los mensajes de radio) o “no os recibo en absoluto” (lo que vendrían a significar los silbidos, pataleos o ciertas sonrisitas).
En realidad, la función-recepción, por parte del público, es mucho más compleja. En primer lugar porque el espectador selecciona las informaciones, las escoge, las rechaza y empuja al comediante en una dirección determinada por medio de signos débiles pero claramente perceptibles por el emisor. Además, no hay un espectador sino una multiplicidad de espectadores que reaccionan los unos sobre los otros. Es raro que se vaya solo al teatro; en todo caso, uno no está solo en el teatro, y todo mensaje recibido es refractado (en sus vecinos), repercutido, aprehendido y remitido en un intercambio muy complejo.
Finalmente, hemos de precisar (y este es el aspecto más paradójico y el más difícil de captar en las condiciones particulares y limitadas del teatro a la italiana), que es el espectador, más que el director, quien fabrica el espectáculo. El espectador debe recomponer la totalidad de la representación en sus ejes vertical y horizontal. El espectador está obligado no sólo a seguir una historia, una fábula (eje horizontal), sino a recomponer en cada instante la figura total de los signos que concurren en la representación. Está obligado, a un tiempo, a apropiarse del espectáculo (identificación) y a alejarse del mismo (distanciamiento).
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